Publicador de contenidos
Atrás ENCUENTRO DE SEGUIMIENTO CON LA COMUNIDAD UCRANIANA: HISTORIAS DE ESPERANZA Y SOLIDARIDAD EN ZUMARRAGA
04·04·2025
El pasado sábado, el Ayuntamiento de Zumarraga celebró un emotivo encuentro con la comunidad ucraniana que reside en el municipio. Este espacio de diálogo y escucha se organizó a raíz del nuevo panorama que se vive en el conflicto, marcado, entre otros factores, por la llegada a la presidencia de Donald Trump y sus intervenciones en la guerra. La iniciativa y coordinación de este encuentro surgió directamente del alcalde Mikel Serrano, quien, consciente de la evolución de la situación, ha apostado por mantener un contacto estrecho y permanente con esta comunidad.
Actualmente, en Zumarraga viven 33 personas de origen ucraniano, organizadas en 12 familias con 12 menores de edad. A lo largo del tiempo, han logrado asentarse y adaptarse a la vida en nuestra comunidad, en gran parte gracias a su actitud resiliente y a la red de apoyo institucional y social que han encontrado aquí. Hoy, la mayoría vive de sus propios recursos y han construido una nueva cotidianidad, aunque el peso de la guerra sigue muy presente en sus vidas.
Una respuesta inmediata y un modelo de apoyo único
El primer paso se dio el 4 de marzo de 2022, cuando el alcalde Mikel Serrano se reunió con tres ucranianos ya residentes en Zumarraga —Alexei, Tetiana y Yuriy— para analizar cómo se podía coordinar la ayuda necesaria. Esta reunión marcó el inicio de un compromiso que ha ido evolucionando con el tiempo.
Despues, el 22 de marzo de 2022, el Ayuntamiento de Zumarraga realizó una declaración institucional en apoyo a Ucrania, y se comenzo ha llevar a cabo diversas acciones concretas para asistir a estas familias. En mayo de ese mismo año, llegaron las primeras dos familias monomarentales, provenientes del refugio de Oñati. A pesar de estar profundamente agradecidas, sus necesidades iban más allá de lo que se podía ofrecer en ese refugio. Relataron cómo, en sus primeras semanas, tuvieron que compartir la misma cama con sus hijos, lo que dificultaba su descanso. Además, los menores presentaban necesidades médicas especiales, por lo que trasladarse a Zumarraga les permitió estar más cerca del hospital.
Para hacer frente a esta emergencia, el Ayuntamiento habilitó tres Viviendas Municipales, gestionadas de forma directa. Una de ellas fue destinada a los familiares de un ucraniano que ya residía en Zumarraga, y las otras dos se asignaron conforme se identificaban nuevas necesidades. Asimismo, otras dos familias fueron acogidas con el apoyo de los Servicios Sociales Municipales, cuyo trabajo y dedicación han sido esenciales en la coordinación y seguimiento de todas estas iniciativas. Actualmente, hay cinco domicilios municipales destinados a familias ucranianas que llegaron huyendo de la guerra. Estos alojamientos se asignaron progresivamente, según la urgencia de cada caso. En los primeros días, la respuesta debía ser inmediata y el propio alcalde Mikel Serrano tuvo que salir a comprar, a última hora, artículos básicos como sábanas, cazuelas y cubertería para garantizar unas condiciones de vida dignas desde el primer momento.
Cabe destacar que este encuentro es la segunda reunión de este tipo; la primera se celebró en noviembre de 2022.
Zumarraga es el único municipio que ha gestionado la acogida de esta manera. Mientras que en otras localidades se ha optado por albergues, aquí se ha proporcionado viviendas estables y asistencia continua, asegurando un proceso de integración real y efectivo.
Historias de lucha, adaptación y esperanza
Durante el encuentro se compartieron diversos relatos que ilustran la realidad de esta comunidad.
Denis y Svitlana: Un futuro forjado con esfuerzo
Uno de los testimonios más emotivos fue el de Svitlana (Lana), madre de Denis, quien llegó a Zumarraga con 17 años y el sueño de estudiar Psicología en Ucrania. La guerra truncó sus expectativas, pero encontró en nuestro municipio una nueva oportunidad. Denis forma parte del programa de Proyectos Integrales de Empleo para colectivos de atención prioritaria, una iniciativa que combina formación y posterior contratación en la brigada municipal. Actualmente, ya se encuentra en fase de contratación y cuenta con su propio sueldo. Svitlana, que llegó sin conocer ni una sola palabra de castellano, se formó con gran esfuerzo y hoy cuenta con un empleo estable, demostrando que la integración es posible cuando hay oportunidades y determinación.
Víktor: Una despedida forzada
Otro testimonio que marcó la jornada fue el caso de Víktor, narrado por su esposa Hanna. Víktor llegó a Zumarraga con un trabajo apalabrado facilitado por un conocido y acompañado de su familia, después de haber pasado reconocimientos médicos en los que se le declaró exento de ir a la guerra por motivos de salud. Durante su estancia en Zumarraga, volvió a ser llamado para nuevas pruebas médicas, con el mismo resultado. Sin embargo, a medida que la guerra se prolonga y se agotan las unidades exentas, el gobierno ucraniano ha empezado a convocar a quienes previamente habían sido eximidos. Víktor ha sido uno de ellos y ha tenido que marcharse, dejando atrás su trabajo y a su familia: su esposa, sus dos hijos y su suegra, quienes ahora se encuentran sin recursos.
Tetiana: La angustia de rescatar a sus hijos
Tetiana ya residía en Zumarraga cuando comenzó la guerra, pero sus hijos vivían en Ucrania con su abuela. Sin dudarlo, emprendió un viaje a la frontera para recogerlos, enfrentándose a una situación angustiosa cuando sus hijos no llegaron a la hora acordada. Tras horas de incertidumbre, finalmente aparecieron y pudieron cruzar juntos. Sin embargo, la abuela tomó una decisión desgarradora: cuando llegó su turno de cruzar, se negó a hacerlo. Con lágrimas en los ojos, explicó que no podía dejar atrás a sus otros tres hijos, que estaban luchando en la guerra. A pesar de los ruegos de Tetiana, la abuela decidió quedarse en Ucrania.
La difícil decisión de un padre
Otro caso especialmente conmovedor es el de un hombre que, al inicio de la guerra, logró huir dejando a su familia en Ucrania. Con el paso del tiempo y sin poder verlos, tomó la arriesgada decisión de regresar de manera clandestina, cruzando la frontera a pie y de noche, para poder abrazarlos y luego volver a salir del país. Esta historia refleja la enorme carga emocional y la difícil situación en la que se encuentran muchos refugiados, marcados por la separación familiar y la incertidumbre.
Kseniia: Un ejemplo mas de esfuerzo y constancia
Kseniia llegó a Zumarraga con su familia y, además de cuidar a sus hijos y a sus padres, decidió seguir adelante con su formación. Actualmente, está estudiando un grado de Técnico en Auxiliar de Enfermería, en el que ha obtenido resultados de sobresalientes. En enero, obtendrá su titulación, lo que le permitirá abrirse camino en el ámbito laboral. Su historia es una muestra de perseverancia y superación. No obstante, su situación familiar también ha supuesto un desafío adicional. Sus padres, que en Ucrania vivían separados y habían forjado sus vidas de manera independiente, llegaron a Zumarraga a través de Tetiana y se han visto obligados a volver a convivir, lo que ha requerido un proceso de adaptación para todos.
Un gesto de solidaridad intergeneracional
Además, en Zumarraga se ha producido un valioso gesto de solidaridad: algunas familias autóctonas, que en verano habían acogido a menores procedentes de Chernóbil, abrieron sus puertas para recibir a niños que esta vez llegaban en circunstancias aún más difíciles, reafirmando el compromiso y la empatía de nuestra comunidad.
Una comunidad que sigue necesitando apoyo
El pasado sábado, el Ayuntamiento de Zumarraga celebró un emotivo encuentro con la comunidad ucraniana que reside en el municipio. Este espacio de diálogo y escucha se organizó a raíz del nuevo panorama que se vive en el conflicto, marcado, entre otros factores, por la llegada a la presidencia de Donald Trump y sus intervenciones en la guerra. La iniciativa y coordinación de este encuentro surgió directamente del alcalde Mikel Serrano, quien, consciente de la evolución de la situación, ha apostado por mantener un contacto estrecho y permanente con esta comunidad.
Actualmente, en Zumarraga viven 33 personas de origen ucraniano, organizadas en 12 familias con 12 menores de edad. A lo largo del tiempo, han logrado asentarse y adaptarse a la vida en nuestra comunidad, en gran parte gracias a su actitud resiliente y a la red de apoyo institucional y social que han encontrado aquí. Hoy, la mayoría vive de sus propios recursos y han construido una nueva cotidianidad, aunque el peso de la guerra sigue muy presente en sus vidas.
Una respuesta inmediata y un modelo de apoyo único
El primer paso se dio el 4 de marzo de 2022, cuando el alcalde Mikel Serrano se reunió con tres ucranianos ya residentes en Zumarraga —Alexei, Tetiana y Yuriy— para analizar cómo se podía coordinar la ayuda necesaria. Esta reunión marcó el inicio de un compromiso que ha ido evolucionando con el tiempo.
Despues, el 22 de marzo de 2022, el Ayuntamiento de Zumarraga realizó una declaración institucional en apoyo a Ucrania, y se comenzo ha llevar a cabo diversas acciones concretas para asistir a estas familias. En mayo de ese mismo año, llegaron las primeras dos familias monomarentales, provenientes del refugio de Oñati. A pesar de estar profundamente agradecidas, sus necesidades iban más allá de lo que se podía ofrecer en ese refugio. Relataron cómo, en sus primeras semanas, tuvieron que compartir la misma cama con sus hijos, lo que dificultaba su descanso. Además, los menores presentaban necesidades médicas especiales, por lo que trasladarse a Zumarraga les permitió estar más cerca del hospital.
Para hacer frente a esta emergencia, el Ayuntamiento habilitó todas sus Viviendas Municipales y fueron adjudicadas a personas que llegaron como refugiados tras la invasión conforme se identificaban nuevas necesidades. Asimismo, otras dos familias fueron acogidas con el apoyo de los Servicios Sociales Municipales, cuyo trabajo y dedicación han sido esenciales en la coordinación y seguimiento de todas estas iniciativas. Actualmente, hay cinco domicilios municipales destinados a familias ucranianas que llegaron huyendo de la guerra. Estos alojamientos se asignaron progresivamente, según la llegada de cada caso. En los primeros días, la respuesta debía ser inmediata y el propio alcalde Mikel Serrano tuvo que salir a comprar, a última hora, artículos básicos como sábanas, cazuelas y cubertería para garantizar unas condiciones de vida dignas desde el primer momento.
Cabe destacar que este encuentro es la segunda reunión de este tipo; la primera se celebró en noviembre de 2022.
Zumarraga es el único municipio que ha gestionado la acogida de esta manera. Mientras que en otras localidades se ha optado por albergues, aquí se ha proporcionado viviendas estables y asistencia continua, asegurando un proceso de integración real y efectivo.
Historias de lucha, adaptación y esperanza
Durante el encuentro se compartieron diversos relatos que ilustran la realidad de esta comunidad.
Denis y Svitlana: Un futuro forjado con esfuerzo
Uno de los testimonios más emotivos fue el de Svitlana (Lana), madre de Denis, quien llegó a Zumarraga con 17 años y el sueño de estudiar Psicología en Ucrania. La guerra truncó sus expectativas, pero encontró en nuestro municipio una nueva oportunidad. Denis forma parte del programa de Proyectos Integrales de Empleo para colectivos de atención prioritaria, una iniciativa que combina formación y posterior contratación en la brigada municipal. Actualmente, ya se encuentra en fase de contratación y cuenta con su propio sueldo. Su madre, Lana, ya había vivido en España, en Irún, de hecho, Denis nació aquí, pero siendo muy pequeño volvieron a Ucrania. La ventaja de Lana era que ya conocía un poco el pero sus hijos no. En Ucrania trabajaba como peluquera y manicurista, títulos que no ha podido convalidar por lo que en este tiempo se ha formado en estética consiguiendo tras las prácticas un empleo estable demostrando que la integración es posible cuando hay oportunidades y determinación.
Víktor: Una despedida forzada
Otro testimonio que marcó la jornada fue el caso de Víktor, narrado por su esposa Hanna. Víktor llegó a Zumarraga con un trabajo apalabrado facilitado por un conocido y acompañado de su familia, después de haber pasado reconocimientos médicos en los que se le declaró exento de ir a la guerra por motivos de salud. Durante su estancia en Zumarraga, volvió a ser llamado para nuevas pruebas médicas, con el mismo resultado. Sin embargo, a medida que la guerra se prolonga y se agotan las unidades exentas, el gobierno ucraniano ha empezado a convocar a quienes previamente habían sido eximidos. Víktor ha sido uno de ellos y ha tenido que marcharse, dejando atrás su trabajo y a su familia: su esposa, sus dos hijos y su suegra, quienes de repente se encontraron sin ingresos. Se ha logrado resolver esta situación de forma provisional, a la espera del regreso de Víktor y su reincorporación al trabajo.
Tetiana: La angustia de rescatar a sus hijos
Tetiana, que no pudo asistir al encuentro puesto que estaba trabajando, ya residía en Zumarraga cuando comenzó la guerra, pero sus hijos vivían en Ucrania con su abuela. Sin dudarlo, emprendió un viaje a la frontera para recogerlos, enfrentándose a una situación angustiosa cuando sus hijos no llegaron a la hora acordada. Tras horas de incertidumbre, finalmente aparecieron y pudieron cruzar juntos. Sin embargo, la abuela tomó una decisión desgarradora: cuando llegó su turno de cruzar, se negó a hacerlo. Con lágrimas en los ojos, explicó que no podía dejar atrás a sus otros tres hijos, que estaban luchando en la guerra. A pesar de los ruegos de Tetiana, la abuela decidió quedarse en Ucrania.
La difícil decisión de un padre
Otro caso especialmente conmovedor es el de un hombre que, al inicio de la guerra, logró huir dejando a su familia en Ucrania. Con el paso del tiempo y sin poder verlos, tomó la arriesgada decisión de regresar de manera clandestina, cruzando la frontera a pie y de noche, para poder abrazarlos y conocer a su hijo recién nacido ya que cuando dejó a su familia, su mujer estaba con un embarazo ya avanzado, y despues luego volver a salir del país. y luego volver a salir del país. Esta historia refleja la enorme carga emocional y la difícil situación en la que se encuentran muchos refugiados, marcados por la separación familiar y la incertidumbre.
Kseniia: Un ejemplo más de esfuerzo y constancia
Kseniia llegó a Zumarraga con su familia y, además de cuidar a sus hijos y a sus padres, los cuales llegaron un año después, decidió seguir adelante con su formación. Actualmente, está estudiando un grado de Técnico en Auxiliar de Enfermería, en el que ha obtenido resultados de sobresalientes. El año que viene, obtendrá su titulación, lo que le permitirá abrirse camino en el ámbito laboral. Su historia es una muestra de perseverancia y superación. No obstante, su situación familiar también ha supuesto un desafío adicional. Sus padres, que en Ucrania vivían separados y habían forjado sus vidas de manera independiente, llegaron a Zumarraga donde se encontraba su única hija y 3 nietos y se han visto obligados a volver a convivir, lo que ha requerido un proceso de adaptación para todos.
Un gesto de solidaridad intergeneracional
Además, en Zumarraga se ha producido un valioso gesto de solidaridad: algunas familias autóctonas, que en verano habían acogido a menores procedentes de Chernóbil, abrieron sus puertas para recibir a niños que esta vez llegaban en circunstancias aún más difíciles, reafirmando el compromiso y la empatía de nuestra comunidad.
Una comunidad que sigue necesitando apoyo
El alcalde Mikel Serrano resaltó la importancia de este tipo de encuentros, no solo para hacer seguimiento a la situación de estas familias, sino también para recordar que, a pesar de estar integradas y haber logrado salir adelante en muchos aspectos, siguen siendo víctimas de una guerra que destroza hogares, arrebata seres queridos y genera una incertidumbre constante sobre el futuro.
Desde el Ayuntamiento, y en especial a través del incansable trabajo del Departamento de Servicios Sociales, se continúa trabajando mano a mano con la comunidad ucraniana. La labor realizada en este ámbito es fundamental, no solo en lo relativo a esta situación específica, sino en todos los temas de atención social, coordinando ayudas y garantizando que cada familia disponga de las herramientas necesarias para vivir con dignidad y en paz.
Además, este encuentro se inserta en un contexto internacional cada vez más incierto, en el que las intervenciones de líderes y cambios políticos influyen en la prolongación del conflicto. La preocupación entre estas familias sigue latente, pues, a pesar de haber logrado rehacer sus vidas en Zumarraga, no pueden evitar el dolor de ver sus hogares destruidos y la imposibilidad de despedirse de sus seres queridos.
Zumarraga ha sido históricamente un pueblo de acogida, que siempre se ha nutrido de la diversidad y la integración. Este compromiso con el prójimo es un rasgo distintivo de la identidad y el carácter de nuestro pueblo. El esfuerzo desplegado para recibir a la comunidad ucraniana es, sin duda, un ejemplo más de esa tradición de hospitalidad y solidaridad que define a Zumarraga.
Este encuentro ha sido una muestra más de la fortaleza y la resiliencia de una comunidad que se une para apoyarse mutuamente. En Zumarraga, la acogida no ha sido solo un gesto puntual, sino un compromiso real con la integración y el bienestar de quienes han tenido que empezar de nuevo lejos de su hogar.